“La luna roja” es casi treinta años posterior a “La lluvia de fuego”. Comparten una misteriosa y reiterada prueba literaria: la de tratar con fuerzas desconocidas e inesperadas, inducidas por una vida de placeres. Esos deleites son vacíos en Arlt y de misteriosos contornos hedónicos en Lugones. Preceden al sacrificio implacable de una vida que parecía plácida. Aquello que los humanos creen que es una felicidad inalterable lleva igualmente al agotamiento de lo viviente. En uno y en otro, de distinta manera, se agotan los placeres: tanto los aristocráticos en Lugones como los de la multitud ingenua de Arlt, que goza con las aglomeraciones urbanas iluminadas por fuegos de artificio.