El poder del dibujo y sus variantes más célebres y filosas, como la sátira política, son bien conocidos no sólo por expertos sino por el público general al que suelen estar dirigidos. Se sabe: los dibujos y las historietas suelen buscar cómplices entre sus lectores. ¿Pero qué sucede cuando esos trazos, producidos en la peor de las circunstancias, sobreviven a sus creadores dejando registro de su tragedia y su resistencia? ¿Cuándo una imagen pasa a convertirse en documento? ¿Cómo puede la narrativa gráfica contribuir a los procesos de reconstrucción de una memoria colectiva sobre el pasado inmediato? La tinta y el papel se vuelven entonces mediadores entre lo inenarrable y aquello que es necesario seguir contando para que el olvido no gane el espacio de la hoja hasta dejarla en blanco.
Entrada libre y gratuita.